Habían pasado tres días desde la noche que estuve hablando con Suna. A partir de ese momento, los dos pasamos horas hablando, pero cada vez que salía el tema de mi trabajo, me iba con una excusa.
Lo extraño era que cada vez que no estaba con ella me sentía mal, y soltarle cualquier mentira para que no me preguntara sobre mi trabajo me sentaba como una patada en el estómago. “¿Me estaré enamorando de ella? Bah, imposible. Deja de pensar en cosas que no pasan, Shûsei. De todas formas en unos días se acabarán mis vacaciones y no la volveré a ver”. Eso pensaba por las noches cuando parecía que no me iba a dormir nunca.
Un día decidí ir a la piscina a ver si por casualidad Suna andaba por allí. Me tumbé en una hamaca con las gafas de sol y allí me quedé como una media hora. De repente apareció el monitor de entretenimiento del hotel, preguntando si alguien se ofrecía para un juego porque les faltaba una persona. Me acerqué al monitor para ofrecerme, ya que no tenía nada mejor que hacer. El monitor me puso un pañuelo sobre los ojos y me ayudó a llegar hasta la zona donde se desarrollaba el juego. Me colocaron espalda con espalda con alguien.
-¡Señoras y señores, vamos a hacer un juego por equipos! El equipo rojo está compuesto por Midori Kawabe, que hará de guía y Kaori Yoshikizai, que hará de buscadora. El equipo azul está formado por Hiroshi Tanaka, que hará de guía y Shû, que hará de buscador. Los buscadores están espalda con espalda y cada uno tiene a escasos metros en línea recta el tesoro de su rival. Cada uno tiene que evitar al buscador contrario, recoger su tesoro y tirarlo a la piscina. Y para guiarlos mediante órdenes están los guías. ¡Que comience el juego!
Sonó un silbato. Me giré y empecé a seguir las órdenes de mi guía. Pero la buscadora rival se metía en medio. Cada vez que yo iba a pasar, se metía en medio. De repente, mi rival tropezó conmigo y caímos. Ella cayó sobre mí, y sin querer y por cosas del destino, sus labios acabaron sobre los míos.
Tras unos segundos sin saber qué hacer, aparté a chica y me levanté bruscamente. Eché a andar rápidamente hacia la multitud mientras me quitaba el pañuelo que me cubría los ojos sin ni siquiera mirar a la chica, sobretodo porque me hubiera muerto de la vergüenza.
-Shû... ¡Shû!- a mis espaldas pude escuchar la voz de Suna.
Supuse que estaría entre el público y se habría quedado alucinada.
Llegué a mi habitación y me tumbé en la cama. ¿Por qué me sentía tan mal? Después de darle vueltas durante un rato, llegué a la conclusión de que era porque me había enamorado de Suna y me sentía mal por haber besado a otra chica, aunque fuera accidentalmente, delante de ella.
Por la tarde, cuando se acercaba el atardecer, salí del hotel para dar un paseo por la playa. Me senté bajo la sombra de una palmera y empecé a cantar bajito, pero sin darme cuenta fui subiendo el tono. De repente, escuché unos pasos detrás de mí y dejé de cantar.
-¡Hola, Shû!-me giré. Era Suna.
-Ah, hola, Suna.
-¿Por qué te fuiste corriendo esta mañana?
-Por lo que pasó. Besé a esa chica. Me siento mal por ello.
-¿Pero qué chorradas dices? ¡Si fue un accidente! Además, no creo que a la chica le haya molestado.
-Pero a lo mejor a ti sí... -susurré en voz muy baja.
-¿Qué?
-¡¡Nada!! Que a lo mejor sí que le ha molestado.
-No lo creo. Probablemente esa chica ahora esté sonriendo al recordarlo. -Suna se levantó y se marchó. Ya había oscurecido y no se veía ni un rayo de sol.
OH, POR FIN! *aplausos*
ResponderEliminarSíguela, que está muy bien -w-